lunes, 30 de agosto de 2010

“LA VOLUNTAD DEL ESTADO ES LA VOLUNTAD DE DIOS”

Hegel, uno de los máximos exponentes del idealismo alemán, plantea su filosofía elaborada a partir de concepción de la realidad como manifestación del espíritu absoluto, espíritu divino pero de naturaleza racional que se plenifica en la historia a través de un proceso dialectico (tesis, antítesis y síntesis) y cuyas etapas anteriores son respectivamente el espíritu subjetivo y el espíritu objetivo.
La ética se ubica dentro del espíritu objetivo como síntesis entre en derecho y la moralidad y tiene a su vez un propio proceso dialectico en que se distingue claramente: 1. La familia. Es la base de la sociedad; tiene por objetivo la propagación de la raza humana mediante el matrimonio, vocación universal y su razón de ser no es un simple enamoramiento, sino una sublimación de la pareja. 2. La sociedad burguesa, conformada por familias labradores, artesanos y empleados cuyas relaciones están determinadas por intereses recíprocos. 3. El Estado, es la máxima encarnación del espíritu y está conformado por las instituciones. De ahí que la voluntad del Estado sea para Hegel la manifestación del querer de Dios para el hombre y este obre rectamente cuando hace lo que el Estado le manda. Este planteamiento representa la concepción de la ética Hegeliana.
Esta concepción tiene unas implicaciones serias y profundas en cuanto al actuar humano y algunos temas que se derivan de este como la libertad y la idea de justicia. Tal afirmación supone un total sometimiento a las determinaciones del Estado y una plena conciencia de que este es el único poseedor del derecho y frente al cual no existe ninguno superior. Tal actitud limita desde luego las facultades de la libertad humana y somete parcialmente al hombre a las políticas de las instituciones; niega así la existencia de un principio trascendente que oriente la conducta individual y social y le otorga al Estado un poder absoluto para valorar los actos humanos de acuerdo a sus propios criterios. Así, lo justo, lo bueno es lo que el Estado valora como tal independientemente de las motivaciones y consecuencias que rodean una situación particular.
Una ética planteada de esta manera resulta peligrosa porque desconoce algunos elementos antropológicos fundamentales que envuelven el obrar humano (voluntad e identidad personal) y relativiza las acciones haciéndolas dependientes de el juicio de unos pocos dueños del poder.
FABIÁN VEGA
JAVIER ORJUELA
III FILOSOFÍA

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